La triquinelosis es una enfermedad parasitaria que afecta a mamíferos silvestres y domésticos, que se transmite de modo accidental al hombre por la ingestión de carne o productos cárnicos crudos o insuficientemente cocinados, procedentes de animales infectados.
Los agentes causales son diversas especies del género Trichinella que, en estado larvario, se enquistan en el tejido muscular de los mamíferos susceptibles, localizándose fundamentalmente en los músculos estriados de mayor actividad y, por tanto, superior concentración de oxígeno (pilares diafragmáticos, maséteros, intercostales, linguales, oculares, etc..). En la península ibérica están presentes las especies Trichinella spiralis y Trichinella britovi.
Las larvas encapsuladas pueden sobrevivir años en el tejido muscular del huésped. A medida que pasa el tiempo, la cápsula fibrosa se espesa y se inicia un proceso de calcificación dentro del quiste. Desde el punto de vista epidemiológico es muy importante su resistencia a la putrefacción, habiéndose encontrado larvas vivas y a menudo infectantes durante por lo menos 4 meses en carnes en avanzado estado de descomposición. Asimismo, son resistentes a tratamientos de desecación, salado y ahumado.
La principal fuente de infección para el hombre es, sin duda, la carne y los productos cárnicos procedentes de jabalí o cerdo infectado. En varios países europeos y en Estados Unidos se han producido importantes brotes por consumo de carne de caballo.
La manifestación clínica en el hombre es sumamente variable, dependiendo de la sensibilidad del individuo, de su estado inmunitario y de la cantidad de larvas ingeridas.
Los primeros síntomas, se presentan entre 4 y 10 días después de la ingesta de carne parasitada, apareciendo diarreas, molestias reumáticas generalizadas, hemorragias retinianas que agravan el pronóstico, edema de párpados, acusada eosinofilia, rigidez muscular que afecta fundamentalmente a músculos flexores, que aparecen tumefactos, duros y sensibles al tacto.
Cuando están afectados diafragma y músculos intercostales se producen trastornos en la respiración, accesos asmáticos y disnea que pueden producir la muerte; la afección lingual y de músculos faríngeos se manifiesta por ronquera, voz nasal y dificultad para la deglución.
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