Cuando se hacen mayores

 Hablar de geriatría en los animales domésticos es una realidad en la actualidad. Si echamos la vista atrás, nos daremos cuenta de la evolución en los cuidados de las mascotas: hace tan solo treinta años, la esperanza de vida de un gato no superaba los seis años. Actualmente, es fácil encontrar los que doblan esa cifra.

En los perros, la máxima esperanza de vida ronda los 27 años, aunque la habitual se sitúa entre los trece y los quince. A esta situación ha colaborado el cambio de gustos o preferencias de los propietarios hacia los animales de menor tamaño. Estos son más manejables y longevos.

Gracias al interés de los propietarios, y a los esfuerzos de los profesionales, podemos disfrutar mucho tiempo de nuestros buenos amigos. Pero el tiempo no perdona, el paso de los años genera la aparición de unas necesidades especiales en los animales mayores. Por ello debemos estar muy atentos cuando atraviesan la barrera de los siete años.

No queremos decir que cuando cumplen esta edad sean unos "animales venerables", de pelo blanco y dificultosa locomoción. ¡ni mucho menos! Un perro o un gato de más de siete años tienen otras necesidades, distintas a las del cachorro y a las del adulto de menor edad. Cuando el animal envejece, la capacidad de su organismo para regular las funciones habituales y para defenderse de las agresiones externas, se altera de forma progresiva.

Los humanos tienen, entre otras, una especial obsesión: mantenerse jóvenes. Clínicas estéticas, dietas, gimnasios... se procura por todos los medios resistir inalterable en el tiempo, aunque solo sea la fachada. Y este humano deseo se intenta extrapolar a la mascota. Pero el veterinario no tiene una varita mágica, no puede evitar lo inevitable. Lo que sí puede ofrecernos es un acompañamiento a un envejecimiento natural, evitando dentro de lo posible la aparición de ciertas enfermedades, cuya frecuencia aumenta irremediablemente con la edad.

Existen tres puntos fundamentales en el manejo sanitario de las mascotas más mayores: prevención, nutrición e higiene. La medicina preventiva procura el diagnóstico precoz de enfermedades en un momento de su evolución en el que es más fácil curarlas. Para poder llegar a tiempo, es imprescindible que el propietario realice un chequeo anual a su animal de más de siete años: revisión general, analítica sanguínea, de orina y de heces, radiografía de tórax, electrocardiograma, revisión dental. Estas pruebas o valoraciones, no deben faltar todos los años.

La nutrición es otro de los pilares fundamentales: el animal senior tiene unos requerimientos nutricionales muy concretos, y por ello, debe alimentarse con un producto específicamente diseñado para su edad. Por ejemplo, con menor cantidad de sal, más fibra, y proteínas de mejor calidad. Estas variaciones aseguran una óptima nutrición, y un aumento de las expectativas de vida.

En cuanto a la higiene, esta no termina con el cepillado y el baño. Es muy importante mantener la regularidad de los cepillados, y realizar los baños con productos específicos para el perro o para el gato. También lo es proporcionar los paseos y el ejercicio adecuado a la edad de nuestro amigo, así como permitirle disfrutar de aire limpio y de los rayos del sol. Y es que parece que cuando se hacen mayores, les sacamos menos a la calle. Si fomentamos este error, el animal padecerá con antelación obesidad o problemas articulares.

Realizando unas sencillas pautas, si acudimos al veterinario anualmente y si correspondemos a la dedicación y al cariño que ellos nos ofrecen, sin esperar nada a cambio, conseguiremos que nuestras mascotas disfruten, sanas y felices, los mejores años de su vida.
 

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