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¿Síncope o convulsión?

 Aunque este tema sigue siendo materia de estudio por parte de especialistas veterinarios y médicos (origen, clasificación, tratamiento, etc.), la intención de este artículo es dejar ciertos conceptos claros y poder actuar adecuadamente si se presentan estos episodios. Conviene decir en primer lugar que tanto el síncope como la convulsión son síntomas y no enfermedades como tales. Estos signos indican que en el animal algo “no funciona bien”, y que el veterinario debe explorar y diagnosticar (o incluso tratar) al paciente lo antes posible. Además, aunque es más frecuente en perros, los gatos también pueden padecer estos síntomas.

En el vocabulario habitual muchas veces se utilizan términos como “desmayo” o “ataque” para definir estos síntomas. A pesar de que ambos son muy parecidos, y muchas veces imposibles de distinguir para los ojos inexpertos, se pueden matizar algunos detalles de cada uno para poder diferenciarlos y actuar en consecuencia.

¿Qué es un síncope?
El síncope (colapso, desmayo) es la pérdida de conciencia repentina y momentánea de un animal. La falta de la suficiente energía, nutrientes (glucosa) u oxígeno provocan una alteración cerebral que conducen a padecer un síncope. La falta de riego sanguíneo al cerebro durante unos 10 segundos también puede derivar en pérdida de conciencia. Normalmente, los síncopes están causados por problemas cardiacos.


El síncope se manifiesta como una debilidad generalizada que progresa rápidamente hacia la incoordinación de movimientos, y puede culminar con el desmayo. Normalmente, durante el colapso el paciente suele estar inmóvil y con los músculos en relajación, pero en ocasiones pueden aparecer espasmos.Suelen aparecer en momentos de ejercicio intenso o situaciones de excitación, dolor o miedo extremos.

¿Qué es una convulsión?
La convulsión (ataque) es una contracción violenta e involuntaria de uno o más miembros o músculos del cuerpo. Una crisis generalizada se caracteriza por pérdida de conciencia (habitualmente), el animal se tumba, espasmos musculares, pedaleo de las extremidades, y también pueden observarse salivación excesiva, micción o defecación. Un ataque se debe a la activación patológica simultánea de neuronas cerebrales.


La actividad convulsiva indica una anomalía funcional o estructural del cerebro de la mascota. Las causas que originan las convulsiones pueden ser muy diversas (neurológicas, metabólicas, traumatismos, etc.). Tras la evaluación del paciente los veterinarios determinarán si es epilepsia o no. La convulsión suele durar poco tiempo, unos dos o tres minutos, aunque a veces se puede prolongar algo más.

Saber actuar
Cuando ocurren estos episodios son momentos tensos y los nervios están a flor de piel. Lo primero que hay que tener en cuenta durante cualquiera de estos dos procesos es que el desmayo o ataque dura lo que dura, a no ser de que se tenga algún tipo fármaco (previamente recetado por el veterinario) para tratar al animal en el momento preciso.

Durante una convulsión
Conviene apagar las luces donde se encuentre la mascota, no chillar ni mover al animal (no agobiarle). Nunca hay que meter la mano dentro de la boca para sacarle la lengua, porque inconscientemente puede morder o se puede empeorar la oxigenación al taponar las vías aéreas. A la mayor brevedad posible debe llamarse al teléfono de urgencias para que los facultativos orienten sobre cómo actuar, si es necesaria una visita urgente o si se puede esperar a que el animal esté tranquilo.


Durante un síncope
Conviene dejar espacio al enfermo para favorecer su oxigenación. En ocasiones se puede refrescar a la mascota humedeciendo las manos y acariciándole. También es importante mantener la calma y no chillar o agobiar a la mascota. Debe llamarse urgentemente al veterinario para que indique cuándo acudir para realizar una exploración completa del animal.

Si es epilepsia…
En un paciente epiléptico las convulsiones se repiten cada cierto tiempo. La frecuencia de los ataques dependerá de la gravedad del proceso y de si el animal está siendo tratado o no, y los ataques pueden oscilar entre múltiples al día o uno cada varios años.


El veterinario, en función de la violencia de las convulsiones, las consecuencias de cada crisis o la frecuencia de las mismas decidirá el tratamiento más apropiado. No todos los pacientes diagnosticados como epilépticos tienen por qué ser medicados todos los días, sólo los casos que sean considerados como más graves. Muchos de estos tratamientos suelen ser de por vida y requieren un seguimiento veterinario.
 

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