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¿Por qué cojea?

 La cojera no es una enfermedad en sí misma, sino el signo de algún problema en el aparato locomotor del animal. Generalmente una cojera puede tener diversos orígenes, por eso se debe evaluar cuidadosamente al paciente para detectar la causa de la misma y poder tratarla adecuadamente. La cojera es una alteración del movimiento normal al caminar o correr, ya sea de una o varias extremidades, causada frecuentemente por dolor.

Un animal cojea porque no es capaz de soportar su propio peso sobre las extremidades afectadas.

Cuatro patas
Los perros y gatos son cuadrúpedos, es decir, caminan sobre las cuatro patas, las que dividimos en extremidades anteriores (brazos y manos) y en extremidades posteriores (piernas y pies).
Normalmente las mascotas cojean de una sola pata, pero no es infrecuente observar movimientos extraños de las dos extremidades traseras, de las delanteras, de las de un mismo lado o de las cuatro. Los veterinarios evalúan durante la consulta las posturas extrañas que adopta el paciente al andar y, junto con la evaluación traumatológica correspondiente en cada caso, se termina por concluir con el diagnóstico más probable.

Una cojera, varios orígenes
Las cojeras pueden producirse por diversas causas. Las más frecuentes son:
-Heridas o problemas de las almohadillas.
-Infecciones o abscesos de la extremidad.
-Alteraciones de las uñas o lesiones interdigitales (fístulas por espiguillas).
-Problemas varios de las articulaciones.
-Artrosis.
-Fracturas o fisuras óseas.
-Roturas o lesiones ligamentosas.
-Roturas fibrilares o contracturas musculares.
-Hematomas importantes tras algún golpe fuerte.
-Malformaciones congénitas o adquiridas del sistema músculo-esquelético.
-Alteraciones en la vascularización o inervación de las extremidades.
-Tumores.


Las causas de una cojera pueden ser muy diversas, por lo tanto los tratamientos serán distintos en función del origen. Es importante poder examinar cuanto antes en el centro veterinario a una mascota que empieza a cojear, para tratar cuanto antes la lesión y que no se agrave.

Tipología de las cojeras
De forma simplificada se pueden catalogar las distintas cojeras como:
-Cojeras con o sin apoyo: Si el paciente camina sosteniéndose o no con la extremidad enferma.
-Cojeras en frío o en caliente: En frío, el paciente cojea al iniciar la marcha, cuando abandona el reposo. En caliente, cojea cuando el animal lleva un tiempo en activo (andando o corriendo).

Exploración traumatológica
Si una mascota empieza a cojear es importante acudir a la consulta de traumatología lo antes posible para iniciar el tratamiento pertinente.


Durante la exploración traumatológica se realizarán varios pasos:
Anamnesis
Se pregunta al propietario cuándo empezó la cojera y si lo relaciona con algún hecho concreto (golpe, herida, salida al campo…).


Examen físico
Se palpan y se movilizan todas las estructuras de la extremidad enferma (articulaciones, músculos, huesos, etc.).

Otras pruebas
En muchos casos es necesario realizar radiografías, ecografías u otras pruebas para obtener imágenes de las estructuras internas de la extremidad. A veces también se requiere otro tipo de análisis para poder determinar el diagnóstico correcto.
Con toda esta información, el veterinario establece el tratamiento y la medicación pertinentes para cada caso; a veces puede ser necesario pasar por el quirófano.

La rehabilitación posterior
Al igual que ocurre con los deportistas, las lesiones causantes de las cojeras generalmente requieren una rehabilitación posterior al tratamiento inicial.


La rehabilitación puede consistir en reposo, ejercicio moderado, actividades especiales para realizar unos movimientos concretos, etc. En algunas ocasiones dicha rehabilitación debe ser controlada y dirigida por profesionales. Para que la curación total de la lesión tenga éxito, este último paso de la rehabilitación es muy importante y requiere una implicación constante del propietario de la mascota, ya que si no se siguen los consejos veterinarios o se realiza una mala rehabilitación puede empeorar la recuperación final del enfermo, o incluso anular los tratamientos aplicados anteriormente. Por lo tanto, el último paso en la completa recuperación del paciente dependerá de la implicación del propietario y la del propio animal.
 

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