El propietario de un animal de compañía suele ser el primero en darse cuenta de sus cambios de comportamiento y de sus posibles síntomas de enfermedad. No obstante, siempre viene bien recordar algunos de los más habituales, para tener una orientación.
Por ejemplo, ¿Cuál es el significado de que su animal se sacuda la cabeza? Esta manifestación suele ser síntoma inequívoco de molestia auricular. Puede deberse al acumulo de suciedad, a una infección, o a cuerpos extraños alojados en el conducto auricular, espigas principalmente.
Ante esto, revisaremos visualmente el oído para confirmar las sospechas. Pero antes de ponernos “manos a la obra”, utilizando fármacos, bastoncillos para oídos u otros enseres, acudiremos al profesional para que diagnostique de forma exacta y aplique el tratamiento correcto.
Otra cuestión a valorar es la presencia de legañas. Son debidas a una mayor producción de lágrimas, a secreciones específicas de infecciones o a variados problemas oculares. El propietario deberá actuar manteniendo la higiene diaria de esta zona y acudiendo a la consulta, si evidencia una secreción mayor a la habitual o si esta se acompaña de otros síntomas oculares.
En lo referente a la presencia de mucosidad nasal, como en el caso anterior, no todas son iguales y por ello guardan distintos significados. Si es acuosa no suele ser de importancia, y como mucho refleja un proceso irritativo o una infección leve. Si es más densa y opaca, es indicativo de un proceso infeccioso respiratorio de importancia. No medique al animal sin control. Muchos procesos de este tipo son la punta del iceberg de graves enfermedades, cuya correcta evolución depende de la rapidez con que se acuda a la clínica veterinaria.
La presencia de mucosidad nasal puede acompañarse o no de estornudos. Nuestros animales de compañía suelen estornudar por causas irritativas, del tipo de cuerpos extraños alojados en las fosas nasales, aunque también puede ser síntoma de infecciones de los senos nasales o de otras patologías respiratorias.
Respecto el mal aliento, que en ocasiones incluso nos hace plantearnos seriamente la convivencia con nuestra mascota, puede ser reflejo de una infección bucal o de ciertas patologías digestivas, como las hernias de hiato o las malas digestiones. Ante esta posibilidad, también acudiremos a la consulta para que se diagnostique el problema y se actúe en consecuencia.
A continuación trataremos los vómitos. En ocasiones, son debidos a la glotonería de algunos animales, pero también pueden ser indicio de ciertas patologías. Si el animal vomita pero su estado general no se resiente, podemos dejarle sin comer 24 horas, y permitirle que beba poca cantidad de agua en muchas tomas. A las 24 horas de ayuno comenzaremos a darle su alimento habitual en pequeñas cantidades. Si el problema no desaparece, acudiremos cuanto antes a la consulta del veterinario, lo que se hará en primera instancia caso de tener también decaimiento, fiebre y diarrea.
Otro de los imprevistos digestivos más frecuentes, es la diarrea. Si existe una única, y el animal está aparentemente normal, le dejaremos a dieta de comida y controlaremos la ingestión de agua, permitiendo que beba todo lo que necesita pero en pocas cantidades y en muchas tomas. Si las diarreas son continuas o existen otros síntomas acompañándolas, no perderemos un instante y dejaremos que el profesional aplique sus conocimientos.
En el caso de la tos, la del perro podemos decir que es tan singular y tan reconocida que tiene nombre y apellidos: la "Tos de las perreras". Puede acompañar a leves irritaciones, o escucharse debido a inflamaciones, con o sin infección del aparato respiratorio. Si la tos es puntual, si aparece y desaparece, lo dejaremos estar. Pero si aparece, sigue y convive con el animal, este debe ser examinado.
Otra cuestión que debemos tener presente es el picor. Todos los seres vivos nos rascamos, sin tener que relacionar un acto tan común con algún problema. Pero si nuestros animales lo hacen de forma continua y desesperada, si se hacen heridas de tanto rascarse, evidentemente...algo pasa. No espere hasta que el problema les permita autolesionarse, y ponga el caso en manos del especialista.
Por último hablaremos de la fiebre. La mayoría de los propietarios sospechan que su animal tiene fiebre, porque lo encuentran caliente, o porque la nariz está seca y con mayor temperatura de la supuestamente habitual. En caso de sospecha, debemos confirmarlo tomando su temperatura rectal. Es el único método seguro y fiable. Hay que decir que la temperatura normal de nuestros perros es bastante más alta que la nuestra, entre 38,5 y 39 grados, por lo que no debemos poner el grito en el cielo si pasa de nuestros normales 37 grados. Si tras la comprobación verificamos que la temperatura es superior a la normal, hay que llevarlo a la clínica.
Puede dirigir sus consultas al Colegio de Veterinarios de Alicante enviando un mensaje a la siguiente dirección: secretaria@icoval.org