Con la puesta en marcha de la Escuela de Veterinaria de Madrid en 1793 (1), siguiendo los pasos dados en Francia (Lyon, 1762) (2), y en Inglaterra (Londres, 1792) (3) se abre la posibilidad para todos los españoles de seguir dichos estudios. El primero que lo consiguió, en el ámbito de la actual Comunidad Valenciana, fue el alicantino Francisco Ximénez Martínez, hijo de Francisco y Josefa, y natural de Villena, que formó parte de los 16 primeros alumnos que tuvo la Escuela de Veterinaria de Madrid (4).
Los expedientes de la época suplían la actual fotografía por una breve reseña de los interesados, lo que nos permite saber que cuando Francisco Ximénez comenzó sus estudios, el 1 de Septiembre de 1793, tenía 20 años de edad, 5 pies de estatura, pelo castaño, ojos azules, color trigueño, cejas castañas, nariz regular, y una cicatriz en la frente.(4)
El 10 de Febrero de 1800, el Sr. Protector de la Facultad lo nombró Subprofesor. No se indica en qué materia, pero presumiblemente fuese en Anatomía ya que el 23 de Noviembre del mismo año, opositó a dicha cátedra. La “oración que leyó” en la misma, se incorporó a su legajo número 13, actualmente no localizado, siendo contestada por Fernández y Bobadilla (4). Este último, Antonio Bobadilla y Brieba, compañero de promoción, obtuvo el número 1 de la oposición (5).
Salió de la Escuela en 1801, al ser nombrado por Real Orden de 10 de Enero de 1801 (comunicada el 17 del mismo), Mariscal Mayor del Regimiento de Caballería del Rey (4). Su título se expidió en 1802, al igual que los de sus compañeros, concretamente el 1 de Agosto del citado año (6). Hasta la fecha no se han encontrado más datos de él, ni en su Villena natal, ni del transcurso de su vida profesional, aunque en la misma se cierna una lógica incertidumbre ante la invasión francesa y su condición de militar.
En los comienzos de la Escuela de Madrid, el número de alumnos matriculados en sus primeros años fue mas bien escaso. Desde 1793 a 1800 se matricularon 16, 1, 0, 0, 28, 3, y 2 alumnos respectivamente, como se puede comprobar en el Libro de Matrículas nº 1. Las solicitudes de ingreso para los estudiantes civiles, eran cursadas por las Sociedades de Amigos del País, que las remitían al Protector de la Escuela, encargado de la elección definitiva. En el caso de los militares, correspondía a las jefaturas de sus respectivas Inspecciones (9).
La documentación que tenían que presentar los candidatos era la siguiente(9):
Los requisitos exigidos inicialmente a los solicitantes eran los siguientes:
La selección se hacía con exámenes de leer y escribir, y “si el pretendiente tuviera alguna inteligencia en la lengua latina y francesa, o sabía algunos principios del Arte de la Albeitería, sería examinado también de aquello que supiere”, lo que daba preferencia de acceso. La preparación exigida a los estudiantes de veterinaria aunque escasa era la lógica, ya que a principios del s.XIX la situación de la enseñanza superior era de este tenor (11).
Entre los privilegios que gozaban los alumnos de la Escuela, era el estar exento de quintas y levas de todas clases, y de cualquier otro servicio que pudiera interrumpir su instrucción. Además, la Escuela se organizó en régimen de internado, de organización casi militar, donde cada alumno disfrutaba de una pensión de doscientos ducados de vellón (10).
En cuanto a las gracias y exenciones que tuvieron los primeros veterinarios españoles, se recogían en el Reglamento de la Escuela de Veterinaria de Madrid de 1800, y en la Real Orden de 4 de Mayo de 1801, y consistían en: (12)
Por otra parte, en las diligencias revisadas de los primeros títulos de veterinarios, se cita que prestaban los juramentos prevenidos en el título ante el Sr. Director. En el libro de Registro de Títulos de la facultad de Veterinaria de Madrid de 1802-1841, se halla una cuartilla suelta, de papel y escritura de la época, en la que se recoge el texto de un juramento, que bien podría ser el citado, y por el que habrían tenido que pasar Francisco Ximénez, Martínez. Su contenido es el siguiente:
“Juráis a Dios y a esta Santa Cruz defender el misterio de la purísima concepción de María Santísima; la soberanía de Su Majestad y derechos de la Corona; no haber pertenecido ni haber de pertenecer a ninguna de las sociedades reprobadas por las leyes; comunicar a este establecimiento todos los descubrimientos y casos raros que se os presenten; que usareis bien y fielmente de la facultad que habéis aprendido, asistiendo de limosna los animales de los pobres de solemnidad en los casos que lo necesiten. = Si lo juramos. =Si así lo hacéis, Dios os lo premie, y si no os lo demande”.
Carlos Mª Ávila Alexandre.
Bibliografía:
(1)Herrero Rojo, Máximo. “La veterinaria en la antigüedad”. Pág.226.
(2)Sanz Egaña,C. “Historia de la Veterinaria Española”. Pág.242.
(3)Walker, Robin E. “Ars veterinaria”. Pág. 72.
Archivo Histórico Facultad Veterinaria Madrid. Libro de Matrículas nº 1 (1793-1815). Pág.4.
(5)Archivo Histórico Facultad Veterinaria Madrid. Libro de Matrículas nº 1 (1793-1815).Pág.1.
(6)Archivo Histórico Facultad Veterinaria Madrid. Libro de Registro de Títulos 1802-1845. Pág. 3.
(7)Archivo Histórico Facultad Veterinaria Madrid. Libro de Matrículas nº 1 (1793-1815). Pág.56.
(8)Archivo Histórico Facultad Veterinaria Madrid. Libro de Matrículas nº 1 (1793-1815). Pág.104.
(9)Archivo Histórico Municipal de Orihuela. Legajo 2044.Documento 51/1-5. Documentación relativa a la oferta de plazas de alumnos de 1803 para Real Colegio de Veterinaria de Madrid.
(10) Sanz Egaña,C. “Historia de la Veterinaria Española”. Pág.256.
(11) P.Zabala. “Historia de España”. Vol. 1. Pág. 229.
(12)Archivo Histórico Municipal de Orihuela. Legajo D2044.Expediente 47. Circular impresa fechada en Madrid a 31 de Julio de 1802, sobre gracias y exenciones a veterinarios.
Puede dirigir sus consultas al Colegio de Veterinarios de Alicante enviando un mensaje a la siguiente dirección: secretaria@icoval.org