Es uno de los mamíferos más raros del mundo y posiblemente uno de los más feos, pero todos deberíamos envidiarle. Es el ratopín rasurado, un roedor sin pelo que vive bajo tierra en las sabanas de África, se organiza en colonias como las hormigas, nunca bebe agua y, sobre todo, es el único animal conocido que no sufre cáncer. Un reducido grupo de investigadores de varios países estudia a esta criatura capaz de vivir hasta 30 años, un récord absoluto entre roedores , en busca de nuevas claves para alargar la vida de los humanos.
Ahora un equipo de investigadores de EEUU explica por fin por qué este animal es inmune al cáncer. Es gracias a una sustancia llamada ácido hialurónico y que es bien conocida por los humanos, pues ya se usa, por ejemplo, para borrar los efectos del paso del tiempo con inyecciones que corrigen las arrugas. La clave, dicen, es que el ratopín aprovecha esta sustancia mucho mejor que el resto de mamíferos, "hasta los límites de lo posible".
"Este animal nos va a enseñar cómo ser inmunes al cáncer", asegura a Materia Andrei Seluanov, investigador de la Universidad de Rochester (EEUU) y coautor del estudio que describe enNature el nuevo hallazgo. El ratopín ya nos había enseñado muchas otras cosas. El Heterocephalus glaber es el único mamífero que vive como los insectos sociales, con una reina todopoderosa a la que sirven obreros y soldados que no dudarían en matar a cualquier ratopín ajeno a la colonia. Además de su sorprendente longevidad y ausencia de cáncer, este animal es también insensible al dolor que causa el ácido en la piel.
"Mis estudiantes dicen que es como una salchicha con dientes", bromea Seluanov. Este investigador ruso lleva estudiando a estos roedores desde hace casi una década. Los animales corretean en su laboratorio de urna a urna a través de túneles mantenidos a la temperatura y humedad exactas del subsuelo africano: 32 grados. Los datos acumulados por otros equipos, basados en el estudio de 1.500 ratopines durante 25 años, indican que sólo uno desarrolló cáncer, explica Seluanov. Es algo nunca visto. "El 95% de los ratones de laboratorio desarrollan cáncer y, en libertad, la tasa es del 75% porque los roedores son especialmente vulnerables a esta enfermedad". Por eso el el ratopín, o rata topo calva, que vive 10 veces más que los ratones convencionales y no tiene cáncer, es un animal extraordinario.
Seluanov, junto a investigadores en China e Israel, ha encontrado por fin el compuesto responsable de la inmunidad de este animal a los tumores que acorralan al resto de mamíferos. Se trata de una sustancia viscosa que aisló en su laboratorio y que se conoce como ácido hialurónico. Se trata de una cadena con átomos de carbono e hidrógeno que producen la mayoría de las células del cuerpo y que ayuda, entre otras cosas, a controlar el crecimiento de los órganos hasta su tamaño adecuado. Al contrario que el ácido hialurónico que producen los ratones y los humanos, la variante del ratopín es una cadena mucho más grande y larga. El gran tamaño de esta molécula es fundamental para conferir protección ante el cáncer", explica Seluanov.
Hasta ahora se sabía que esa sustancia viscosa era la responsable de darle al ratopín la prodigiosa elasticidad de su piel para reptar por los túneles. Ahora, Seluanov demuestra que la misma molécula es también responsable de bloquear el desarrollo de tumores. El estudio muestra que si se elimina el ácido hialurónico de ratopín, las células comienzan a dividirse sin control generando tumores.
Una vez desvelado el secreto del ratopín, queda por ver si se puede aplicar para lograr que los humanos vivan más de 100 años sin cáncer. Es algo que llevará mucho tiempo, aunque hay ventajas, como por ejemplo que el ácido hialurónico ya se usa en tratamientos. "La variante de esta sustancia producida en células evita, por ejemplo, que los huesos de la rodilla rocen unos con otros y ya se usa en pacientes con artritis", explica Seluanov. "El compuesto también es un sustituto del botox y se inyecta bajo la piel para quitar las arrugas", añade. Ahora su equipo va a crear ratones transgénicos que producirán ácido hialurónico de ratopín. Si todo va bien, después habría que probar si también funciona en células humanas y buscar dianas terapéuticas para aumentar la producción de este ácido. "Estoy bastante seguro de que encontraremos la forma de aplicar este descubrimiento para tratar el cáncer en humanos", asegura Seluanov.
"Es un trabajo muy interesante, como todos los estudios previos realizados en este modelo animal", opina Carlos López-Otín, bioquímico de la Universidad de Oviedo y experto en la investigación de las claves del envejecimiento, en su caso basado en enfermedades humanas de senectud prematura. Su equipo, explica, quiso participar en la secuenciación del genoma de este roedor, aunque al final no lo logró y fueron otros equipos los que lo hicieron en 2011. "Se abre ahora un camino largo pero muy interesante hacia la validación en otras especies, incluso en humanos, de la idea de que la modulación de la ruta bioquímica del ácido hialurónico puede tener efectos semejantes a los observados en este atípico y extraordinario roedor", señala.
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