145 agentes altamente cualificados y más de 60 perros componen la Unidad de Guías Caninos del Cuerpo Nacional de Policía. Entre los «agentes caninos» podemos encontrar desde pastores alemanes hasta pastores belga o canes de las razas Braco Húngaro o Golden Retriever. Muchos nacen en las instalaciones policiales, donde después reciben entrenamiento, y otros «ingresan» en la Policía tras ser donados por un particular.
En las instalaciones de la Unidad, situadas en la madrileña Casa de Campo desde 1991, hay habilitadas zonas donde los policías entrenan a diario a los canes: aulas, taquillas, circuitos...El proceso es sencillo y rutinario: «asociación de olores a través de la repetición del ejercicio y entrega de un premio, en caso de finalizar el ensayo con éxito», comenta el inspector Nieto. El premio siempre es el mismo, independientemente de que se trate de una prueba o de un caso real: un juguete o comida.
La socialización de estos perros comienza poco después de nacer. «Cuanto antes se potencien sus instintos de presa y caza, mejor. De esa manera, estarán más acostumbrados tanto a las personas, como a los ambientes», explica uno de los agentes de la unidad. El primer paso del entrenamiento es la obediencia básica, con ejercicios de «tirar» y «traer». Después, el juego como estímulo cobra un papel esencial en la formación de estos animales.
El tamaño es un condicionante para la función que vayan a cumplir los animales en el futuro. Mientras que los pequeños son más utilizados en la búsqueda de drogas o dinero, los de un tamaño superior se destinan a la detección de explosivos. Sin embargo, todos pueden realizar cualquier trabajo, ya que sólo cambia la señalización, el ejercicio de aprendizaje del olor no varía. Los cometidos que pueden desempeñar son: detección de explosivos, drogas, acelerantes del fuego y billetes de curso legal, defensa y ataque, rescate y salvamento, búsqueda y localización de restos humanos y de personas ocultas. La formación del guía canino se realiza en tres campos diferentes: curso de especialización, dirigido a funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que acceden a la especialidad; curso de actualización, cuyo objetivo es el conocimiento y la aplicación de todas las nuevas técnicas de adiestramiento; y cursos específicos de áreas de trabajo, sujetos a las necesidades de formación tanto de nuevas áreas como de las que ya existen. La vida laboral de estos perros ronda los diez años, dependiendo de la raza. Cuando un animal se retira, el agente, con el que además de haber convivido en el trabajo también suele haberlo hecho en casa, tiene la posibilidad de quedárselo; otra opción es la donación. «Sentimos amor por estos perros y no sólo los queremos como compañeros en el trabajo», afirma el agente Israel.
Sam y Duke, «agentes de cuatro patas»
Los «agentes caninos» entrenan a diario. Un ejemplo es el ejercicio que pudo presenciar LA RAZÓN, en el que un policía esconde una muestra de billetes impregnados con el olor de los originales y el animal los encuentra, gracias al aroma que desprenden. En él han participado Sam y Duke, dos «agentes» ejemplares que detectaron más de 40.000 euros en la «operación Emperador».
Fuente: Chema M. del Hoyo para larazon.es
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