El virus del Nilo Occidental lleva varios años sobrevolando Europa y, en los últimos días, en Estados Unidos el número de casos ha aumentado un 25 por ciento y el número de muertos se sitúa en 118 personas. El fallecimiento de una mujer en Serbia a principios de esta semana, ha despertado la duda de hasta qué punto puede actuar en España. La extensión del virus tiene que ver, según la doctora Dolores Herrero de la Sección de Medicina Tropical y del Viajero del Hospital Carlos III de Madrid, «con la migración de aves que son los reservorios de la enfermedad y las condiciones que faciliten la presencia de los mosquitos implicados en su transmisión como aguas estancadas, proximidad de acúmulos de agua a lugares donde viven los habitantes; ausencia de otros animales que disminuyan la población de mosquitos...».
Antonio Tenorio, coordinador del proyecto europeo «EuroWestNile», asegura que, «aunque en España circula, es muy poco y no cabe esperar un gran brote, por lo que no hay motivo para la alarma». En la actualidad, «los brotes más activos se encuentran en el este de Europa. En humanos, sólo detectamos tres casos de enfermedad neurológica, en ningún caso mortal, en nuestro país por esta enfermedad: uno en Extremadura y dos en Andalucía en diez años de vigilancia», dice.
¿Imposible?
Pese a todo, Herrero sostiene que, «desgraciadamente, no es imposible que haya casos en España, ya que hay mosquitos de la familia de los implicados en la transmisión del virus. Es importante destacar que los mamíferos se convierten en “huéspedes finales” es decir, que no existe transmisión desde una persona infectada a otra».
Si un mosquito pica a un humano, Herrero afirma que «el 80 por ciento de las personas que se infectan no tienen síntomas; el 20 por ciento desarrolla una enfermedad conocida como ‘‘Fiebre del Oeste del Nilo’’ con síntomas inespecíficos como fiebre, vómitos, manchas en la piel y aumento del tamaño de los ganglios, entre otros. Y, una de cada 150 personas infectadas desarrollará la enfermedad neuroinvasiva con afectación del sistema nervioso central».
Las personas con más riesgo de padecer la enfermedad son, según Herrero, «los pacientes inmunodeprimidos y los mayores de 50 años». Aun así, Tenorio aclara que «en Europa llevamos mucho tiempo trabajando en este tema y estamos preparados para hacer frente a un brote activo. Además, disponemos de muy buenos entomólogos dispuestos a actuar en caso de intervención y de un plan de vigilancia, tanto para humanos como para equinos».
Fuente: larazon.es
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