Es uno de esos virus cuya sola mención produce terror y recuerda películas de ciencia-ficción en las que hombres del Gobierno aíslan edificios enteros y se visten con trajes prácticamente de astronautas. Es el virus del Ébola, uno de los más letales y que más rápido actúan, pudiendo matar a una persona en pocos días y de un modo horrible, en el que la víctima sufre diarreas, vómitos y puede llegar a sangrar por la piel.
En las últimas semanas, al menos 14 personas han muerto en Uganda y un total de 20 han resultado contagiadas debido a un brote de la enfermedad causada por este virus, según confirmaron durante el fin de semana el propio Gobierno ugandés y la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus produce la llamada fiebre hemorrágica del Ébola, para la que no hay cura ni vacuna. Además, su tasa de mortalidad es muy elevada: entre el 25% y el 90% de los infectados mueren, según las diferentes cepas del virus.
Un equipo de emergencia, formado por oficiales del Gobierno, de la OMS y de los centros estadounidenses para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), ha viajado a la zona afectada con el objetivo de controlar el brote y tratar de establecer su origen.
El virus del ébola tiene una tasa de mortalidad superior al 25%
Solo desde el año 2000, e incluyendo el actual, se han contabilizado 11 brotes de Ébola en el mundo, todos ellos en el África subsahariana, según datos del CDC. Con este, cuatro han sido en Uganda, tres en la República del Congo, dos en la República Democrática del Congo, uno en Sudán del Sur (entonces aún parte del Sudán unido) y otro en Gabón. De las 1.170 personas infectadas por el virus durante estos brotes, 729 murieron, lo que supone una altísima tasa del 62,3%. Desde que se descubrió en 1976, se estima que unas 1.200 personas han fallecido por el virus del Ébola, todas en África.
Irónicamente, los brotes suelen surgir de los propios centros médicos cuando no se reconoce a un paciente como infectado por el virus del Ébola. Debido a la facilidad con la que se contagia, la enfermedad se extiende rápidamente hasta que es identificada y el brote se logra controlar.
Estadísticamente, el número de personas afectadas por el virus es muy pequeño, pero es un patógeno tan letal que hay quien teme que incluso pueda ser utilizado para construir armas biológicas. Aunque este extremo sigue perteneciendo a la ciencia- ficción, también es cierto que aún no sabemos lo suficiente sobre el virus del Ébola como para poder tenerlo bajo control.
Los científicos desconocen el origen del virus del Ébola y su reservorio natural u hospedador, el organismo que contiene y transmite el virus pero no se ve afectado por la enfermedad. Se cree que podría ser el llamado murciélago de la fruta, que se encuentra en algunas regiones tropicales de África, Asia y Oceanía.
Entre seres humanos, el virus se contagia muy fácilmente, por contacto directo con la sangre u otros líquidos corporales e incluso por contacto con prendas de vestir o ropa de cama. Además, ha habido casos de personas contagiadas por chimpancés, gorilas u otros animales infectados, y se cree que el virus también podría transmitirse por el aire.
Aunque aún no existe tratamiento, científicos estadounidenses encontraron una posible cura hace dos años. Los investigadores inyectaron fragmentos de material genético en monos infectados con una dosis 30.000 veces más potente que la cepa más letal del Ébola, que de por sí resulta mortal en el 90% de los casos en humanos. Esta inyección estaba destinada a detener la multiplicación de las células del virus y curó a todos los monos. Sin embargo, aún faltarían varios años antes de poder saber si esta cura podría funcionar en personas.
En cuanto a una vacuna, hasta hace poco todas las desarrolladas consistían en inyectar en la persona partículas inofensivas del virus. El problema es que estos fármacos no se podían almacenar porque con el tiempo el virus perdía su efectividad. Pero en diciembre del año pasado otro grupo de investigadores de Estados Unidos creó la primera vacuna que no solo consiguió proteger a un 80% de los ratones sino que, decisivamente, se puede almacenar y sigue siendo efectiva. El siguiente paso es probarla con una cepa del virus más similar a la que infecta a los humanos y, de nuevo, en el mejor de los casos aún faltarían años hasta poder contar con una vacuna efectiva para las personas.
Fuente: JOSÉ MIGUEL CALATAYUD PARA ELPAIS.COM
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