Ya el anterior Gobierno, en unas declaraciones efectuadas por la exministra Leire Pajín hará aproximadamente un año, afirmaba que "se podía comer pescado azul con total garantía". El entonces Gabinete dirigido por Zapatero quiso tranquilizar a la población asegurando que el beneficio del consumo de pescado azul "estaba fuera de toda duda y era absolutamente recomendable" y que "no había motivo para la alarma", además de añadir que los controles de la alimentación en España son "exhaustivos". Afirmaciones que tuvieron lugar tras la recomendación de la AESAN (Agencia española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) de evitar el consumo de carne de grandes peces (túnidos, pez espada, tiburón,...) por parte de mujeres en edad fértil, embarazadas o en periodo de lactancia. Igualmente, la Agencia aconseja reducir el consumo semanal en niños de 3-12 años a unos 50 gramos semanales, y en torno a los 100 gramos de atún enlatado por semana, ya que la ingesta de los metales pesados acumulados en la grasa de los animales puede afectar a su desarrollo.
¿Se puede o no comer pescado azul? A día de hoy, el nuevo Gobierno sigue sin pronunciarse rotundamente al respecto. Mientras tanto, los datos que arrojan los sucesivos estudios científicos sobre la materia nos sitúan frente a una realidad preocupante.
Así, según los resultados obtenidos en un trabajo realizado por científicos españoles y publicado en la revista Environment International, más de la mitad de los niños en España nacen sobreexpuestos al mercurio (metil-mercurio) del pescado, en niveles superiores a los "admisibles" (más concretamente, un 64% de ellos están expuestos a más de 5,8 microgramos por litro de sangre, límite considerado como "seguro" por la EPA de EEUU), teniendo en cuenta que dicho límite es también algo digno de debate.
El estudio se realizó midiendo el contenido de este metal pesado en el cordón umbilical de 1.883 mujeres de Valencia (un 68,4% de los niños por encima del límite mencionado), Sabadell (49%), Asturias (75%) y Guipúzcoa(64,7%), llegando a la conclusión de que aquellas que consumían mayor cantidad de pescado de ciertas clases tenían más mercurio en el cordón umbilical (el pez espada y el atún suelen concentrarlo en niveles altos).
A raíz de la publicación de este estudio en 2008 la Comisión Europea recomendó que las mujeres embarazadas, con posibilidad de estarlo o lactantes redujeran a menos de 100 gramos la ración semanal de consumo de grandes peces, excluyendo el consumo de cualquier otro pescado durante este periodo y limitando a dos veces por semana el consumo del atún. Una recomendación que pone en tela de juicio las palabras de la ministra.
Otro reciente estudio, elaborado por el Instituto de Salud Carlos III, revela un dato preocupante, al comparar los niveles de mercurio de los españoles con respecto a los habitantes de otros países. El nivel de concentración de mercurio en nuestro organismo supera diez veces al que presentan los alemanes.
Riesgos del mercurio
Varios son los factores de riesgo que nos podemos encontrar en el consumo de grandes peces, como el arsénico y los metales pesados. Pero, sin duda, los efectos nocivos del mercurio se encuentran entre los más destacados. El mercurio es un metal pesado muy persistente en el medio y que, tras una serie de reacciones, puede integrarse en las cadenas alimentarias como metil-mercurio. Por ejemplo, cuando se vierte al mar desde centrales térmicas de calor o industrias del cloro. Las criaturas que habitan los distintos ecosistemas marinos, empezando por las más pequeñas, son susceptibles de quedar intoxicadas por estos materiales. Así, siguiendo la cadena trófica, mediante un proceso de bioconcentración, cuanto mayor sea el depredador, mayores cantidades de mercurio habrá acumulado en su organismo. De este modo, aquellas especies que se encuentran en la cúspide de la pirámide alimenticia (en nuestro caso, tiburones, peces espada, túnidos,...) son las más sensibles a almacenar metales pesados. Hay que tener en cuenta, además, la longevidad de estos animales, por lo que acumulan un mayor número de tóxicos con el paso del tiempo.
Dentro de los daños achacables a la fatídica acción que el mercurio tiene sobre el ser humano cabe resaltar los efectos perjudiciales sobre los fetos, los recién nacidos y los niños (retraso en el desarrollo, daños en el desarrollo cerebral), así como posibles efectos sobre riesgos cardíacos en adultos y daños en los sistemas inmunológico y reproductivo. Asimismo, se han realizado investigaciones que lo vinculan al autismo, la diabetes o el Alzheimer. Existen, además, fuertes pruebas científicas sobre otros daños achacables al mercurio.
Antecedentes
No es la primera vez que las autoridades gubernamentales le quitan hierro al asunto del mercurio, o desvían la atención, encubriendo un factor de riesgo para la sociedad.
Un informe oficial elaborado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en 2003 halló altas concentraciones de mercurio en peces espada y tiburones en muestras recogidas en especies de los océanos Atlántico e Índico. Sin embargo, dicho informe se calificó y no se hizo público. Tras más de tres años de litigio (2006-2009), la Audiencia Nacional le dio acceso al texto a la organización ecologista Océana, que no lo recibió al completo hasta hace unos meses. El informe recogía los análisis sobre contaminantes realizados en más de 90 especies marinas de interés comercial. Pero en un anexo confidencial se ofrecía un dato alarmante sobre los niveles de sustancias tóxicas encontradas en tres especies. Así, el 62,5% de las muestras tomadas en marrajos superaba el nivel seguro de mercurio. En el pez espada la tasa que superaba dicho límite se establecía en el 54,2% y el 79% excedía el límite de cadmio. Finalmente, en la tintorera (especie de escualo pelágico), el exceso de mercurio se establecía en un 50%. Datos que se quisieron ocultar, acaso por el posible prejuicio que podrían tener sobre el sector pesquero.
Otro caso digno de mención es el referente a la directiva de la Unión Europea de 1996 que establecía que, a partir de 2007, industrias como la cloroalcalina (que emplea celdas de mercurio para la producción del cloro necesario en la fabricación de los plásticos) dejasen de utilizar mercurio en sus procesos. El Ministerio de Medio Ambiente llegó a un acuerdo con las empresas para que la prohibición no se materializase hasta 2020.
Responsabilidad individual
Dejando al margen las actuaciones que el Gobierno considere oportunas en beneficio de la sociedad, se ha de apelar a la responsabilidad individual para poder evitar, en la manera de lo posible, males futuros. El programa Ribepeix, realizado por científicos catalanes con el apoyo de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria, permite evaluar los riesgos de cada especie comercial de peces y mariscos, su contenido en mercurio y otros contaminantes, y establecer unos máximos de consumo en función de una serie de parámetros. Sin llegar a la paranoia, podemos asumir un consumo responsable de aquellas especies potencialmente más peligrosas por suponer una amenaza para la salud humana dados sus niveles de concentración de tóxicos y no vivir ciegos frente a la realidad que nos rodea.
Fuente: José Hernández de la Luna para elconfidencial.com
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