Comprar comida no es ir a la farmacia. Aunque la nutrición influye en nuestra salud, los beneficios de los nutrientes no son tantos como la publicidad quiere hacernos creer. Y la primera lista de propiedades demostradas (y, por tanto, aptas para ser incluidas en los anuncios) reconocida por la Comisión Europea lo acredita.
Esta relación es bastante corta (menciona 67 nutrientes, algunos obvios como vitaminas y minerales o el agua), a los que relaciona menos de 220 propiedades. Para hacerse una idea de la criba, la Comisión recibió más de 44.000 solicitudes que redujo a 4.637 una vez agrupó las que eran iguales. Esto quiere decir que rechazó 19 de cada 20 supuestos beneficios.
En la lista también se indica el mensaje que podrá ir en el etiquetado, y las cantidades que deben ingerirse para que esa alegación sea cierta.
En el repaso a lo aprobado destacan algunos beneficios obvios (los de vitaminas y minerales, algunos componentes del aceite de oliva, el agua y la fibra) junto con otros más dudosos. El reglamento entrará en vigor el 14 de diciembre de 2012.
Por ejemplo, del ácido oleico se especifica que “la sustitución de grasas saturadas por grasas insaturadas en la dieta contribuye a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo. El ácido oleico es una grasa insaturada”.
El agua tiene reconocidas dos: que contribuye “a mantener las funciones físicas y cognitivas normales” y “a la regulación normal de la temperatura corporal. Eso sí, hay que tomar dos litros al día.
Sobre los fitosteroles, se admite que “contribuyen a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo”, si se toman 0,8 miligramos diarios.
Aunque casi tan interesante es lo que no se nombra. Por ejemplo, la soja no se menciona directamente ni alguno de sus supuestos componentes beneficiosos (isoflavonas). Tampoco otros productos que ahora están de moda como la coenzima Q. Sobre los fermentos lácteos (lactobacilos), solo dice que “los cultivos vivos del yogur o de la leche fermentada mejoran la digestión de la lactosa del producto en las personas con problemas para digerir la lactosa”.
Fuente: Emilio de Benito para elpais.com
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