Que la (mal)llamada gripe A (la causada por un nuevo virus H1N1) haya desaparecido de la agenda que copó en la segunda mitad de 2009 no quiere decir que esté erradicada. De hecho, el patógeno fue uno de los circulantes en la temporada de gripe del año pasado, y lo está siendo (o lo será, porque todavía la incidencia es muy baja) en esta. Y su impacto ha sido evidente en las UCI españolas, donde la mortalidad de los pacientes ingresados con gripe pasó del 21,8% en la temporada 2009-2010 al 30,1% en la 2010-2011, según recoge un estudio dirigido por Ignacio Martín-Loeches, miembro de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) y del Ciberes (Centro de investigación en red de enfermedades respiratorias). El trabajo lo publica Critical Care.
Los datos se han recogido de 148 de las aproximadamente 200 UCI que hay en España, por lo que Martín-Loeches no duda de que las conclusiones son extrapolables y representativas. En concreto, en la primera oleada (la llamada pandémica, cuando apareció el virus), se documentaron 648 casos. En la segunda fueron 349. Con estos datos el médico calcula que en España hubo 1.200 ingresos asociados a gripe el primer año y unas 600 el segundo.
“Los intensivistas no creemos que una enfermedad sea grave un año y desaparezca para el siguiente”, dice Martín-Loeches, y por eso se les ocurrió hacer un seguimiento. La primera conclusión es que, pasada la primera oleada, hubo un “relajamiento en la población y los profesionales”. Esto se nota porque, pasado el susto del primer año, la gente tardaba más en ir al médico (de 4,2 a 4,8 días), y, sobre todo, en los hospitales se demoraba más el diagnóstico (de 2,3 a 6,5 días, casi el triple).
La relajación hace que se vaya más tarde al hospital y se detecte después
Otra diferencia es que si bien el primer año se observó una anormal incidencia de la enfermedad entre jóvenes, el segundo la edad media aumentó (de 44 a 49 años), aunque sin llegar a lo normal, que es que a las UCI solo ingresan personas mayores de 65 por gripe.
Además, en el último año ha aparecido un factor de riesgo nuevo: el VIH –“que no el sida”, matiza el médico-. Es decir, que por algún motivo que no está claro, la infección por uno de los virus aumenta la probabilidad de que actúe el otro.
Fuente: EMILIO DE BENITO para elpais.com
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