El entierro o la cremación no son ya los únicos destinos de las mascotas tras su fallecimiento. «La taxidermia de Mac» es el negocio que regenta Mike McCullogh, quien recibe cada vez mayor clientela. Allí se ofrece el «secado por congelación» no sólo para piezas de caza, sino para particulares que han perdido a sus mascotas y quieren «devolverlas a la vida». «Los clientes sienten que han engañado a la muerte de alguna manera», asegura en el diario «The New York Times» Amy Finkel, que exhibe en su casa un armadillo, una marmota y un jabalí.
La liofilización es un método de deshidratación a través de la congelación y reducción de la presión al mismo tiempo. En otras palabras, se congela el objeto y posteriormente se introduce en una cámara de vacío para realizar la separación del agua por sublimación. De esta manera, se elimina el agua desde el estado sólido al gaseoso sin pasar por el estado líquido.
Se trata de un proceso común en la industria alimentaria y que es también conocido como «deshidrocongelación», y que tiene la virtud de mantener al máximo las propiedades de los alimentos. Esta técnica comenzó a utilizarse para deshidratar alimentos siendo el cocinero Ferrán Adriá uno de sus principales valedores.
Desde 800 euros por pequeñas mascotas
Amy Finkel no es una clienta más, actualmente se encuentra trabajando en un documental sobre el tema, titulado «Furever», un trabajo subvencionado por la «Fundación de Nueva York para las Artes». En él se recoge un tema que sigue siendo tabú: la conservación de animales domésticos muertos.
El trabajo de McCullough con los animales no cuenta con el respaldo general. «Sí, es una locura, pero Finkel no está interesada en el sensacionalismo. Ella es de mente abierta acerca de esto, y estoy yo también», dijo el taxidermista, cuya labor está valorada en 300 euros para las mascotas de menor tamaño.
Ella lo describe como «una de las personas más sensibles que haya conocido». El tratamiento de una mascota tiende a exigir más delicadeza que el de una pieza de caza. «Los cazadores entran en su tienda jactándose, los dueños de mascotas llegan entre lágrimas», indica Finkel.
Entre diferentes extravagancias, las de clientes que sólo quieren conservar una pata o las orejas de su perro, McCullough explica que llegó a ser amenazado con una demanda porque la mascota que liofilizó «no tenía la vida en sus ojos que tenía cuando estaba viva». «¿Cómo explicarle a alguien que su animal está muerto?», se pregunta en el documental.
Las mascotas son generalmente vaciadas en el proceso de eviscerado, tratadas con productos químicos y secadas. Los modelos resultantes son fríos y duros al tacto, pero tienen un aspecto bastante realista. «En la ciudad, el entierro no suele ser una opción fácil, y algunas personas no se sienten cómodas con la cremación», asegura McCullough.
Técnica de los incas
Como proceso industrial se desarrolló en los años 50, pero sus principios eran ya conocidos y empleados por los incas. El procedimiento ancestral consistía en dejar por la noche que los alimentos se congelasen por la acción del frío de los Andes y gracias a los primeros rayos de sol de la mañana y la baja presión atmosférica de las elevadas tierras andinas se producía la sublimación del agua que se había congelado. Este proceso es conocido como liofilización natural.
Fuente: larazon.es
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