A estas alturas, la mascotas son de los pocos colectivos que no se han enterado de la crisis. "Quien tiene un perro lo tiene bien", explican desde la tienda El mundo del perro, situada en Max Center. "Con las mascotas no se escatima, es lo mismo que con los niños, el dueño prefiere quitarse de lo de él que dejar de dar a su mascota ese pienso de a siete euros y medio el kilo que tan bien le sienta", explican. Tampoco ha habido recortes en peluquería, ni siquiera en chucherías. En Dogbill, establecimiento de accesorios para mascotas situado en Máximo Agirre, vuelan los tres en raya para entreneter las sobremesas de los perros y gatos, y no hay dueño de mascota que no se haya acercado hasta allí para comprar una bolsita de sus ya famosos macarrones, una especie de galletitas rellenas para perros.No son locuras al estilo de Paris Hilton es algo tan natural como como cuidar a alguien muy cercano. La relación entre el hombre y el animal doméstico ha cambiado hasta el punto de introducir cambios en el lenguaje: el paso del perro o el gato a la mascota se hace a través de un recorrido extraordinario. "El perro seguía al dueño como una sombra y éste se limitaba alimentarle. Era una relación de supeditación", explican desde la asociación antiespecista de Euskadi. "El aumento de la exigencia de las normas convivenciales llevó al dueño a tener que educarlo, a mantenerlo sano y activo. En ese proceso de enseñanza, comienza a ilusionarse con cada pequeño avance del animal y surge la implicación, la apuesta, el compromiso... El animal capta esa implicación y salta el interruptor de la interacción entre ellos", explica. Un nexo mucho más profundo que el afecto hecho de miradas, acciones y anticipos .
El cambio es tal que ha traspasado las fronteras privadas y se ha instalado en la sociedad, con la conquista para las mascotas de espacios públicos como el metro, los parques en horario nocturno, etcétera. "Ver a los animales en plena interacción con las personas ha llevado a la sociedad a tener más consideración con ellos, a percibir que sus intereses tienen que ser respetados".
Una pareja de cómplices que se pierde por el parque
De los perros exultantes que corren detrás de un pelota en las campas de Doña Casilda reservadas para ellos de 20 a 11 horas a los voluntarios de la protectora que buscan casas de acogida para que los animales abandonados no se mueran de pena en las perreras. En los dos casos subyace el mismo cruce de miradas entre hombre y animal tejido a través de miles de pasos dados el uno hacia al otro y vicerversa, hasta llegar a esa pareja de cómplices que se pierde al mismo paso por una de las veredas del parque.
Fuente: que.es
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