Hace ahora diez años Europa tembló ante el resurgimiento del popularmente conocido como mal de las ’vacas locas’ (Encefalopatía Espongiforme Bovina EEB).
Durante la primera mitad de 2001 el constante goteo de animales afectados (el 98% de los casos en el Reino Unido) se convirtió en una alarma social en el resto del continente.
En 2007 se contabilizaron 336.770 reses infectadas en Europa
El motivo era que, a diferencia del resto de encefalopatías espongiformes bovinas, ésta podía afectar ahora a los seres humanos a través del consumo de ciertas partes de vacuno denominadas MER (partes nerviosas, sesos, intestinos etc).
Había surgido así un nuevo mal: la ’variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob’.
A día de hoy el número de personas diagnosticadas con Creutzfeldt-Jacob en todo el mundo asciende a 220 personas, de ellas 173 en el Reino Unido.
En España se contabilizaron 5 víctimas mortales. En julio de 2005 moría una mujer de 26 años en Madrid. La siguiente víctima, en Cantabria en 2007, y tres más murieron en Castilla y León en 2008. En Francia hubo 23 víctimas y en el Reino Unido 55.
La crisis supuso una revolución en los controles de seguridad alimentaria.
La Unión Europea entonces tomó medidas drásticas e implantó un plan de vigilancia y control en los animales.
Según los expertos, hoy la epidemia está controlada aunque no extinguida del todo.
Los controles de seguridad han funcionado.
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