El pasado 22 de septiembre de 2010 fue un momento decisivo para el campo de la experimentación en animales en Europa: una nueva directiva, la 2010/63/EU, fue adoptada para una mayor protección de los animales de laboratorio y una mejora de sus condiciones de vida. Una directiva “basada firmemente en el principio de las tres “Rs”: reemplazar, reducir y refinar el uso de animales por motivos científicos”.
El Comisario Europeo de Medio Ambiente Janez Potocnik afirmó que esta directiva establecía los estándares de bienestar animal más altos del mundo, pero muchas organizaciones animalistas se mostraron escépticas.
Según las últimas estadísticas trianuales de la Unión Europea publicadas a principios de octubre sobre experimentación en animales en los 27 países miembros, se ha dado una mínima disminución de uso de animales en laboratorios, y se ha observado, por otra parte, grandes aumentos en algunos países como Estonia (610%), Irlanda (197%), España (51%) y Reino Unido (21%). Éste último sigue a la cabeza de los Estados que más experimentos con animales realizan, junto con Francia y Alemania.
Ratas, ratones y monos
“Creemos que una de las razones de estos incrementos es la mayor cantidad de ratones utilizados en laboratorios”, afirma Michelle Thew, directora ejecutiva de la Coalición Europea por el fin de la Experimentación en Animales (ECEAE). Formada en 1990 por las mayores organizaciones animalistas europeas, la coalición ECEAE realiza campañas contra las condiciones de los animales de laboratorio.
“La inmensa mayoría de los experimentos en animales en el campo de la medicina y biología son conducidos en ratones y ratas”, confirma el Dr. Wolf Singer, del departamento de neurofisiología del Instituto científico alemán Max Planck. “El número de ensayos realizados en roedores se ha incrementado en los últimos años, pero por otra parte esto nos ha permitido reducir las pruebas conducidas en animales como gatos o macacos.”
A pesar de ello, las cifras de primates utilizadas en los laboratorios europeos siguen siendo dramáticas, según la Michelle Thew: “Francia,y Alemania son de los países que más primates utilizan en la UE. En España existe un establecimiento que cría estos animales para proveer los laboratorios europeos, importando grandes cantidades de primates de Mauricio. Según un estudio de la ECEAE, Mauricio exporta cada año unos 4.000 monos a la UE”.
Desde Aristóteles hasta hoy
La experimentación en animales es una práctica milenaria que se puede observar ya en la Antigua Grecia, donde ya personajes como el filósofo Aristóteles y el médico Erasístrato hacían uso de ella en sus investigaciones.
Con los avances de la tecnología, esta práctica no ha disminuido. “Desde la creación de la sociedad Max Planck, que después pasaría a ser el Instituto que hoy conocemos, los experimentos en animales han formado parte fundamental de los trabajos de investigación. Y data de más atrás, ya que la sociedad Max Planck es la sucesora de la previa Sociedad Keiser Wilhelm de la Alemania imperial, fundada en 1911, cuyo propósito era promover las ciencias naturales en el país.”
“La oposición a la experimentación animal existe desde su incepción. En la ECEAE, nuestro miembro más veterano es la BUAV (Unión Británica por la Abolición de la Vivisección), que lleva luchando contra esta situación desde 1898”, afirma Michelle Thew, quien además es también la directora ejecutiva de la BUAV.
Pero aunque ahora se comienza a observar una disminución en las cifras de animales de laboratorio, sus condiciones ya hace mucho tiempo que comenzaron a mejorar. “Su situación ha cambiado mucho gracias a la persistencia y el trabajo de las organizaciones animalistas y la situación legal relativa al tratamiento y las necesidades de los animales en cautividad, así como el proceso de los experimentos mismos”, explica el Dr. Singer.
¿Alternativas suficientes?
La ECEAE, que trabaja cada día con políticos, autoridades y ciudadanos de la UE, ha logrado recientemente, entre otras cosas, una prohibición de experimentación en animales con productos cosméticos, así como la prohibición del marketing de los productos que hasta ahora han seguido estas prácticas, o la inclusión de un periodo de escrutinio de 45 días para cualquier experimento en animales que permite a la ECEAE detenerlo sugiriendo alternativas válidas.
Sin embargo, estas alternativas no son todavía suficientes, y muchos se muestran escépticos sobre si algún día llegarán a serlo. “Existe una enorme cantidad de técnicas de estudio que no incluyen animales y que no sólo son más humanas, sino también más baratas, rápidas y efectivas”, afirma Michelle Thew.
“Entre ellas se incluye el cultivo celular, de tejidos y de órganos; microorganismos como las bacterias; investigación molecular; estudios en tejidos post-mortem; simulaciones por ordenador; estudios de población (epidemiología) e investigación con seres humanos voluntarios”.
Pero según la directora ejecutiva de la ECEAE, la falta de progreso en este sentido se debe, entre otros motivos, a la pobre financiación para el desarrollo de alternativas, a una falta de interés político para priorizar el tema o a una conservadora resistencia de las autoridades, que ven estos experimentos como algo “tradicional”.
“En el instituto, antes de realizar cualquier experimento en animales, estamos obligados a entregar informes detallados y peticiones a una comisión reguladora. La principal pregunta que debemos responder es: “¿existe alguna forma de obtener resultados mediante alguna alternativa no animal? Únicamente cuando la respuesta es negativa, se nos permite seguir adelante”, recalca el neurofisiólogo Wolf Singer.
“Cuando se trata de investigación neurológica, apenas existe un modo de similar los resultados en un ordenador, ya que para ello se debe haber hecho experimentos en un cerebro vivo anteriormente; y el cultivo de bacterias no vale, porque estos organismos no tienen cerebro. A pesar de ello, siempre intentamos buscar una alternativa, y la UE ha establecido directrices y procesos para regular este campo, pero aún así, tras acaloradas discusiones, se sigue llegando a la conclusión de que, en ciertas áreas de la ciencia, es imposible eliminar la experimentación en animales.”
Fuente: Lydia Aranda Barandiain para dw-world.de
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