Los conceptos clave de la reforma penal son «ensañamiento» y «menoscabo físico». «Las dos cosas son muy complicadas de demostrar», explica Paunero. Ambos términos desaparecen en el nuevo artículo, y son sustituidos por otros que simplifican el procedimiento. En vez de «los que maltraten con ensañamiento», ahora violarán el artículo «los que por cualquier medio o procedimiento maltraten», y en lugar de «la muerte o un grave menoscabo físico», con la reforma basta con demostrar que ha habido «lesiones que menoscaben gravemente su salud» para iniciar un procedimiento penal por maltrato animal.
El presidente de la asociación insiste en que la modificación del Código Penal supondrá la posibilidad de enjuiciar como delitos las conductas de malos tratos sobre animales domésticos que hasta ahora sólo se podían enjuiciar como falta si no se podía demostrar el ensañamiento, «lo que es muy complicado».
«El objetivo es llevar a los maltratadores al juzgado», afirma Paunero, que confía en el efecto disuasorio de enfrentarse a un proceso penal. «Antes se conseguían condenas, pero suponía muchísimo esfuerzo». El presidente asegura que, con el nuevo texto, el caso conocido como «Los matagatos de Talavera», chicos que colgaron en una red social fotos en las que posaban con animales que presuntamente habían maltratado, habría acabado en condena.
«Esta modificación supone el mayor paso adelante en protección animal de los últimos años», celebró Paunero, quien, acompañado de voluntarios de El Refugio, desplegó el martes una pancarta en las escaleras del edificio del Congreso que dictaba: «Contra el maltrato animal, denúncialo». Los animalistas creen que, ahora más que nunca, los ciudadanos han de animarse a denunciar este tipo de delitos.
Tres colegas muy especiales acompañaron a los miembros del refugio: Gipsi, una galga negra de tres años que salvaron de un intento de ahorcamiento, que tenía, además, una pata lesionada que tuvieron que amputarle; Patrick, un bretón spaniel de cuatro años al que recogieron con una parálisis facial y casi ciego, pues había recibido una brutal paliza, y Sangría, una pastor alemán que cuando la encontraron tenía un pata totalmente destrozada por un disparo, y se la tuvieron que amputar al no poder quitarle la metralla de la piel.
Fuente: Almudena Docavo, para larazon.es
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