No hizo falta siquiera un llamamiento oficial. En cuanto fueron conscientes de la dimensión de la catástrofe, los veterinarios valencianos salieron a las calles a ayudar de motu propio. Pero se requería de una acción coordinada, entre ellos y entre el resto de agentes vinculados con el sector que también se habían movilizado. El ICOVV realizó la convocatoria formal ya el día 31 de octubre y hasta 400 colegiados se apuntaron en tiempo récord. En sólo unos días se organizaron, se crearon los primeros puestos veterinarios en las áreas más devastadas, en concreto en 8 municipios donde las clínicas locales no daban abasto o no podían trabajar pero se llegó a actuar de manera permanente en hasta 15 pueblos de la ‘zona cero’.
Han sido semanas que pocos olvidarán. Los voluntarios del ICOVV que dieron sus datos para arrimar el hombro, los estudiantes y profesores de la facultad del CEU o los auxiliares que también se prestaron a ayudar, desde luego no lo harán. El gran número de profesionales de todo el país que se desplazaron, durante las horas/días que pudieron a la zona devastada, tampoco. Hay muchos nombres propios, demasiados como para reconocerlos uno a uno. Por seguir un criterio -seguro injusto- podrían mencionarse los de los responsables que, como tantos otros, tiraron de vocación y perdieron horas de sueño para responsabilizarse de la situación y/o de su municipio en cada uno de esos puntos de atención: al frente de todos estuvieron Diana Urribelarea (voluntaria), Luis Sena y Cristina Martínez (del ICOVV), Ruth Zuriaga (AEVETVAL) y Esperanza Montaner (Hospital de la CH-CEU); Coral Ramón se ocupó del puesto de Benetússer; María Loreto (Picanya); Belén Domingo (Massanasa); Marifé Morera (Catarroja); Juan Errando y Elena Colombino (Paiporta); Raquel Blasco (Alaquàs); Begoña Bermell (Torrent) y Ángel Darío (Sedaví).
Objetivo reabrir
Buena parte del tiempo de estos voluntarios se centró en ayudar al compañero. Tan pronto limpiando y sacando barro de las clínicas, haciendo llegar piensos, tierra para gatos, medicamentos y todo el material sanitario dañado que convenía reponer, como atendiendo las urgencias que se pudieran presentar. El objetivo primero fue que la vuelta a la ‘nueva normalidad’ se acelerase.
“Algunos centros desaparecerán. La mayor parte, han visto renacer la esperanza y lo que parecía imposible al principio, con la ayuda de todos, se ha hecho real y han podido volver a trabajar en las condiciones que sea”. Quien habla es Diana Urribelarea, que trabaja en cuidados intensivos de un hospital veterinario pero que estas semanas ha estado, además, en contacto continuo con todos los citados que han participado de la coordinación de este dispositivo.
Hoy sólo queda uno de esos puntos de atención y es doble. En Paiporta -el pueblo quizá más devastado- primero se ocupó un bajo improvisado en la Avda. Ciscar para atender animales; posteriormente se trasladó a la Parroquia de la Inmaculada Concepción y finalmente se ubicó en la calle Benetússer. Pero hay otro -que también fue auxiliado por los voluntarios- el de Lola Cebrián que, con poco más que tres paredes en pie, ha reabierto solo para ayudar. Ahora hace números para que aquel centro pueda volver a ser lo que antes del 29 de octubre fue.
El trabajo de algunos de estos voluntarios, un mes después de la DANA, sigue: muchas clínicas han reabierto pero sus clientes se han quedado sin coche con el que trasladar a sus animales y esas visitas a domicilio las hacen ellos.
Protocolos y Whatsapp
Desde los primeros días se crearon grupos de Whatsapp para cada municipio. Los coordinadores pasaron a operar -cuando su trabajo se lo permitía- desde casa, armados con el móvil y su ordenador. Se acordó que la inmensa mayoría no trabajase por la noche. A partir de las 18 horas, un reducido grupo de coordinadores y de voluntarios, organizados en turnos, eran los que salían a hacer asistencias, a llevar casos urgentes a los hospitales, fundamentalmente al del CEU. Allí, Esperanza Montaner, directora del centro, otros tantos voluntarios. profesores y estudiantes de la facultad, “han hecho una labor ímproba”, según reconocen todos.
La Conselleria de Medio Ambiente, por su parte, protocolizó además los rescates, la recuperación de los cuerpos de cientos/miles más bien de animales muertos y la atención a los de tantas protectoras dañadas por la riada.
Cortes, vómitos diarreas y análisis
Cortes, heridas, cojeras, diarreas y vómitos. El barro y las aguas contaminadas pasaron a ser la primera amenaza. Los voluntarios también tomaban muestras de zonas sospechosas y las remitían a laboratorios de clínicas para identificar y localizar patógenos.
Puede dirigir sus consultas al Colegio de Veterinarios de Alicante enviando un mensaje a la siguiente dirección: secretaria@icoval.org