Días después, la Agencia de Seguridad y Emergencias puso cifras y estimó que más de 1.400 animales habían perecido ahogados. Pero en ésas fechas aún dominadas por cierto caos había que comprobar antes cuál era el estado de la cuestión: repasar la situación de las granjas y comprobar el estado de sus animales. Fue entonces cuando José Antonio García Navarro, Coordinador Veterinario del Centro de Salud Pública de Orihuela, se incorporó al equipo y en primera instancia fue llamado para sobrevolar en helicóptero el área siniestrada para así informar al Puesto de Mando.
Priorizar la recogida de cuerpos
”Vimos cuerpos flotando o entre el fango, pero sobre todo localizamos las granjas y las posibles vías de acceso y días después pudimos comprobar que habían más cadáveres”, explica. “Había que priorizar y organizar la recogida, pesca más bien, de los animales muertos, hacerlo con las medidas de seguridad adecuadas para los operarios, con trajes especiales y evitando el contacto de los cuerpos con las mucosas. Si no se actuaba rápido podía haber riesgo de infecciones o producirse infiltraciones en pozos de agua potable”, relata el veterinario de Salud Pública. De ahí, que se insistiera a la población en que extremara las medidas de higiene y desinfección de verduras y frutas y que se redoblase el control oficial en mercadillos y minoristas.
En los días posteriores –continúa- “los ayuntamientos comenzaron a preguntar cómo habían de enterrar a los animales muertos que iban descubriendo y sobre qué alternativas habían para los vivos que no podían volver a su granja de origen”, recuerda. Algunos de ésos animales estaban identificados con chip y registrados por lo que fue necesaria también la participación de veterinarios de la Conselleria de Agricultura responsables del control oficial y del saneamiento ganadero.
Seguridad alimentaria
De no contar con los veterinarios para afrontar esta situación, la Agencia de Seguridad y Emergencias pasó en tiempo récord a incorporar a su equipo a hasta 8 de estos profesionales. Se informó entonces también a las autoridades locales de que todos los cadáveres se habían de tratar como residuos tipo SANDACH y que por tal motivo habían de ser retirados por una empresa autorizada para ello.
Un tercer frente se dio con la atención a las personas desalojadas. “Muchos fueron trasladados a un albergue de Dolores y la gente se organizó para facilitarles el alimento. Eso para el primer día se puede aceptar pero después hubo que buscar un sistema para garantizar la seguridad alimentaria”, aclara García Navarro.
- Art publicado en Diario Información el 28-10-2019
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