Domingo, 2 de octubre, 10:30 de la mañana y los más tempraneros comienzan a llegar a los dominios del ‘Hijo de las tierras verdes’, que es como se traduce el topónimo de Beneixama. Juan Molina Navarro, veterano colegiado lugareño y orgulloso anfitrión de la visita, era de los primeros en acudir. Los demás, hasta llegar al medio centenar de veterinarios con sus familiares, se tendrían que abrir paso entre la multitud de corredores y público convocados a la carrera popular que a pocos metros de allí concluía. Era el arranque de una intensa mañana de visita guiada por un joven pero erudito historiador local al término de la comarca del Alto Vinalopó, el inicio matinal de otra jornada más de convivencia para celebrar San Francisco que concluiría con una comida de lujo en un entorno de lujo, el Restaurante Mariola.
Tras una primera introducción histórica en el interior de la coqueta Ermita Divina Aurora, a pocos metros de este templo levantado en el XVIII, los viandantes pronto ratificaron la omnipresencia del hijo predilecto del municipio. Tras parar en la fachada de la residencia del Cardenal Payá y Rico, Arzobispo de Toledo y Primado de España (1811-1891), el grupo pudo conocer su principal legado: la espectacular Iglesia de San Juan Bautista. Inaugurada en 1841 tras 40 años de construcción a costa del esfuerzo en donativos de los vecinos, de ella sobresalen dos torres y una cúpula central de teja azul. Y allá que se encaramaron en la visita, a lo más alto, junto a las campanas, en la azotea con mejores vistas sin duda de la comarca casi entera. Antes y gracias a la intercesión del párroco, los participantes pudieron pasear por los interiores de la sacristía, un auténtico museo, cómo no, en homenaje también al Cardenal Payá.
Aún hubo tiempo, antes del almuerzo, para visitar la obra de los otros dos oriundos más célebres: la del polifacético artista José Navarro, cuyas pinturas y esculturas se exhibían en el restaurado matadero municipal y la del médico, escritor y poeta, figura clave de la Renaixenxa, Juan Bautista Pastor Aycart, en la misma casa Consistorial.
Impresionante restauración
A mediodía, en las afueras del pueblo, se alza el Restaurante Mariola, un edificio original que fue construido en el siglo XIX como fábrica para la elaboración de orujos de uva y aceitunas. La costosa y exquisita restauración del complejo donde se iba a disfrutar del almuerzo y la ‘disco’ final, apabulló a más de uno.
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