Otra vez una enfermedad transmitida por un insecto, otra vez una enfermedad éxótica que como antes el dengue, la malaria o más recientemente el chikungunya o el Zika llega a Europa y a nuestro país. Con la primera confirmación en España de dos casos humanos afectados por el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo se abre el debate sobre la necesidad de vigilar la presencia de este tipo de virus ‘importados’ y en sentido más amplio sobre las amenaza que supone para la salud humana -más allá de la sanidad animal- las zoonosis y/o las enfermedades transmitidas por insectos vectores que pueden llevar los animales y que, como en este caso la garrapata Hyalomma marginatum, afectan a las personas.
La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) es una enfermedad ocasionada por un virus (vFHCC) perteneciente al género Nairovirus, de la familia Bunyaviridae. Se trata de una enfermedad zoonótica, es decir, causada por un agente capaz de infectar tanto a animales como a personas. Este virus se encuentra presente de forma endémica en muchos países de África, Asia, Oriente Medio y el sureste de Europa, aunque datos serológicos sugieren su presencia en ciertas zonas de Hungría, Francia y Portugal. En nuestro país fue ya detectado en el año 2010 en garrapatas del género Hyalomma en Extremadura (las especies más abundantes son H. marginatum y H. lusitanicum), en la que sería la primera demostración de la circulación del virus en el suroeste de Europa.
Expansión por garrapatas en aves
Su distribución coincide con la de su principal vector, las garrapatas del género Hyalomma, aunque también se ha encontrado en, al menos, otras 30 especies de este tipo de parásitos. Pese a que existen otras vías de transmisión, la picadura por garrapatas infectadas es la principal. Se cree que su dispersión es la que traslada el virus hacia zonas nuevas, en las que previamente no se había descrito.
La teoría más plausible para entender los dos casos confirmados -el pasado 25 de agosto fallecía uno de los enfermos, un paciente de 62 años que fue picado por una garrapata mientras paseaba por un campo en Ávila y posteriormente se ha confirmado un segundo en una de las enfermeras que lo atendió, que permanece estable- sería la entrada del virus mediante movimientos migratorios de aves. De hecho se sabe que éstas suelen ser hospedadores frecuentes de formas inmaduras de H. marginatum. Esta hipótesis se sustenta en la detección del virus en garrapatas del género Hyalomma recolectadas de aves migratorias en Marruecos y en otro estudio realizado en garrapatas aisladas de aves migratorias provenientes de África en Italia y Grecia
Ganado
El virus se mantiene en la naturaleza en un ciclo que incluye a garrapatas y vertebrados, aunque también se puede transmitir de forma transovárica (infecta el ovario y el óvulo de la garrapata), transestadial (el virus pasa de una fase evolutiva a otra del vector: huevo, larva, ninfa y adulto) y venérea (transmisión en la cópula) dentro de las poblaciones de garrapatas infectadas.
Estas infestan una gran variedad de animales domésticos, entre los que destacan el ganado vacuno y los pequeños rumiantes, principalmente si son criados en sistema extensivo, y silvestres, como ciervos, liebres o erizos.
La mayoría de aves son seronegativas –salvo algunas descripciones anecdóticas en una urraca–, por lo que se cree que son resistentes a la infección, aunque los avestruces sí parecen ser susceptibles al virus.
Irrelevante en sanidad animal
En el ganado, la viremia es corta y de baja intensidad, y no muestran signos clínicos –se ha descrito fiebre moderada de corta duración en animales inoculados experimentalmente–. Por lo tanto, las infecciones de animales de abasto no tienen efectos sobre la producción, por lo que, de momento, no es una enfermedad de relevancia en sanidad animal.
Los veterinarios, expuestos
En seres humanos, la patología es un suceso relativamente raro, que suele afectar a personas que viven o trabajan con especies ganaderas como vacas, cabras y ovejas. También, en quienes frecuentan hábitats con garrapatas infectadas de forma temporal –como senderistas, veterinarios, cazadores y profesionales forestales– o continuada, incluyendo a quienes trabajan en mataderos y explotaciones ganaderas, que pueden entrar en contacto con fluidos de animales infectados.
- Ver agenciasinc.es / 7-9-2016
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