Es lógico relacionar la picadura de abeja -técnica de apiterapia- como algo doloroso, pero cada vez hay más personas que la utilizan con el fin de tratar un dolor o una enfermedad. Aunque desde tiempos inmemorables muchos apicultores han tenido conocimiento de esta práctica, y la han llevado a cabo entre familiares y amigos, poco de este legado ha trascendido a la sociedad. Por eso en España solo existe alrededor de una decena de apiterapeutas, muchos de ellos formados de manera autodidacta o que han aprendido de la mano de algunos apicultores los beneficios de lo que producen las abejas –como la miel, el polen, la jalea real, el propóleo o la apitoxina-.
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