Un experimento muestra su enojo cuando sus dueños prestan más atención a un peluche realista. Los investigadores creen que una forma básica de este sentimiento está «programada» desde el nacimiento para evitar que un intruso nos robe los afectos
La mayoría de los dueños de perros no dudarían en afirmar que su mascota siente celos. No es nada raro. Incluso Charles Darwin lo pensaba. Pero algunos científicos discutirán que semejante sentimiento requiere de un pensamiento complejo y algunos incluso mantendrán que se trata de una construcción social, ya que no aparece en todas las culturas humanas y no parece estar «grabado» en nuestro cerebro de la misma forma que el miedo o el enfado.
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