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Gestionar un viaje con mascota, una apuesta por fidelizar o perder al cliente

Y perder o ganar a un cliente puede ser sólo la consecuencia de lo mucho que en estos desplazamientos puede estar en juego: a la vuelta del país de destino (de un tercer país especialmente), el incumplimiento de alguno de los preceptos del reglamento 998/2003 puede implicar bien el sacrificio del animal, bien su reexpedición, bien su aislamiento. Porque, efectivamente, si se procede de un país con riesgo de rabia (como Marruecos o tantos otros), aún estando correctamente vacunado, el no haber realizado las pruebas de serología previas a su salida supone activar un protocolo que, en el mejor de los casos y tras realizar al animal la pertinente extracción de sangre, conlleva un aislamiento en el PIF o en el centro designado de al menos 14 días, que podría llegar a tres meses en el caso de no estar vacunado.

Errores, manipulaciones y delitos
El cliente en tales circunstancias es el gran damnificado pero también pueden darse daños colaterales en el veterinario responsable de preparar tal viaje hasta el punto de poder incurrir en un delito. Como confirmó De la Cueva, adelantar las fechas de nacimiento o de vacunación del animal (deben haber transcurrido al menos 21 días desde la primovacunación) para así cumplir los requisitos establecidos por el país de destino es una manipulación de un documento público como es el pasaporte que acarrea consecuencias penales.

Las dos jornadas celebradas en Alicante y Valencia sirvieron también para ilustrar sobre los errores más frecuentes, los que provocan no pocos quebraderos en los PIF a viajeros e inspectores o Guardias Civiles y que, de facto, pueden impedir que el animal pueda viajar. De ahí, que el citado responsable transmitiera la necesidad de una minuciosa cumplimentación del pasaporte en todos sus apartados. Cuestiones que, además, cobrarán mayor relevancia cuando entre en vigor, a partir del 29 de diciembre de 2014, el nuevo pasaporte sanitario que introduce nuevos campos a cumplimentar.

 Para garantizar un viaje sin traumas innecesarios con un perro, gato o hurón la planificación por parte del veterinario es clave. Efectivamente, viajar a a la UE no suele representar mayor problema: se exige el pasaporte de animales de compañía, que tenga más de 3 meses de edad, la identificación con microchip y la vacuna en vigor (y haber sido tratado con praziquantel en el caso del Reino Unido, Irlanda, Malta y Finlandia).

 Hacerlo fuera de la UE puede ser más conflictivo. Antes de viajar a países terceros hay que, con la suficiente antelación, informarse en el consulado o embajada del país de destino -o en webs especializadas- de los requisitos que se requieren y, muy importante: considerar si los viajeros van a volver a España o a la UE, puesto que dependiendo del país se necesitará que se haya efectuado al animal el referido test serológico para conocer su nivel de anticuerpos. Y en los días anteriores al viaje (unos 10 días), es necesario obtener el certificado de salud del animal emitido por un veterinario clínico, en el modelo establecido para ello, así como el de exportación sellado por el MAGRAMA.  

El caso de Ceuta

La situación de Melilla mereció un trato específico en las jornadas sobre rabia celebradas en Alicante y Valencia. José María Aguirre (en la foto), jefe de sección de Inspección de la Consejería de Sanidad de esta ciudad autónoma, fue el encargado de exponer un modelo “específico marcado por el hecho de tener la rabia al lado y en una urbe sometida a un importante presión por la circulación de personas y animales que nos llega desde Algeciras”.

Se trataría, según matizó, de una plaza “menos permeable” a este virus que Ceuta porque sólo tiene un paso fronterizo, frente a los tres de ésta, cuestión que no ha impedido que desde 1986 se registren 31 casos. Según explicó, el mayor control callejero de los perros, la mejor formación ciudadana y de los agentes en los PIF pero, sobre todo, la doble valla levantada en 1996 y el hecho de que la vacunación e identificación sea gratuita desde 1995 han permitido un alto grado de inmunidad y una población perfectamente censada lo que ha reducido los casos a los canes que se ‘cuelan’ enfermos del país aluita.

 

 

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