Al lavar el pollo aumenta el riesgo de extender la bacteria en manos, superficies, ropa y equipamiento de cocina al salpicar el agua
Es una escena que se repite en todos y cada uno de los hogares e incluso en las cocinas más sofisticadas. Antes de cocinar un pollo, siempre se pasa bajo el grifo para posteriormente introducirlo en el horno o freírlo en la sartén. Lejos de constituir una excelente medida de prevención para incrementar los niveles de seguridad a la hora de sentarse a la mesa, lavar los productos avícolas antes de tratarlos representa un auténtico riesgo para la salud.
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